
«Parece una princesa». Si esta es la frase que resuena como un eco entre los invitados de una boda, significa que la novia ha acertado de lleno con su vestido. Pero, ¿cómo son los vestidos de las princesas? Tradicionalmente, cuando pensamos en este tipo de vestidos, se nos vienen a la cabeza los modelos de los cuentos de hadas y las películas Disney, con faldas pomposas, mucho vuelo, encaje y gasa. Sin embargo, esto no es ni mucho menos la norma entre los vestidos nupciales de las monarquías modernas, sobre todo en los años más recientes. Las bodas reales a lo largo de la historia nos sirven como ejemplo de la evolución de la moda nupcial, así como para reflejar la modernización de una institución como la monarquía. Por eso, en este artículo nos gustaría presentarte los vestidos más icónicos de las bodas reales de los últimos 100 años.
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Una boda de cuento
Aunque las princesas de las que hablamos son de carne y hueso, sus bodas son, sin lugar a dudas, lo más parecido a las de las historias fantásticas que nos contaban de pequeños en el mundo real. No solamente sus presupuestos les permiten contar con todo tipo de detalles para hacer de estos eventos algo memorable, sino que, además, a estos eventos los envuelve un halo que los hace tremendamente atractivos, no solo para los habitantes del país en cuestión, sino para el mundo entero. Sin ir más lejos, las bodas de Felipe y Letizia en España y de Federico y Mary Donaldson en Dinamarca reunieron a cerca de la mitad de la población de estos países delante de las pantallas de sus televisores, mientras que, en Estados Unidos, un país que carece de monarquía, más de 23 millones de personas siguieron el enlace entre Kate Middleton y el príncipe Guillermo en 2011. Y, si a esto le añadimos que los mejores diseñadores del mundo son los encargados de vestir a los novios, la mezcla se convierte en insuperable.
Sin embargo, aunque no podamos contar con tanto presupuesto, siempre podemos ir un paso por delante y tomar estos enlaces como un ejemplo en el que encontrar inspiración. Al fin y al cabo, lo fácil es organizar una boda con un gran presupuesto, pero lo que de veras tiene mérito es sacarle el máximo partido a los recursos que tenemos, ¿verdad?
Hacia una monarquía más moderna
Los vestidos de novia de las bodas de la realeza sirven de forma innegable para hacer un seguimiento de la evolución de esta institución a lo largo de las últimas décadas. Si bien en todos ellos hay elementos que demuestran la personalidad y las preferencias de la novia, se puede observar cómo, poco a poco, el corsé que representan las normas de etiqueta y las tradiciones de estas centenarias instituciones se han ido relajando, dando más libertad a las verdaderas protagonistas de estas celebraciones.
Evidentemente, no podemos esperar exuberantes modelos a lo Kim Kardashian, ya que todavía se espera cierto recato en estas prendas, pero sí que podemos comprobar que, progresivamente, esta rigidez ha ido suavizándose y los vestidos de boda de las princesas se han vuelto más estilizados y entallados, a la vez que los escotes (no muy pronunciados) y los hombros al aire o los encajes con una ligera transparencia en las mangas han ido ganándole terreno a la sobriedad y el pudor de los modelos del pasado.
Sin ir más lejos, podemos observar en la infografía las enormes diferencias que existen entre los vestidos de Silvia y Victoria de Suecia, madre e hija y, por la tanto, separadas por una única generación. Silvia, en su boda con Gustavo de Suecia en 1974, optó por un modelo con corte de línea A, muy poco entallado en la cintura, de manga larga y cuello alto redondo, con un aspecto casi de túnica. Un vestido precioso a la par que austero. Mientras tanto, la primogénita Victoria, aunque mantuvo cierta sencillez inspirada en el vestido de su madre, se decidió por un vestido más femenino en el que el fajín acentúa la forma de la cintura y el cuello de barco y la manga corta dejan expuestos hombros y brazos.
Estos son solamente un par de ejemplos, pero a continuación pasamos a describir con detalle los modelos que consideramos más representativos de una selección ya de por sí plagada de vestidos icónicos de la historia.
Grace Kelly
Curiosamente, fue una plebeya la que llevó el que seguramente sea el vestido de princesa por excelencia. Grace Kelly, por aquel entonces una de las mayores estrellas de Hollywood y ganadora de un Oscar, contrajo matrimonio con el príncipe Rainiero en la que para muchos fue la boda del siglo, ya que congregó a 30 millones de espectadores delante de las pantallas en una época en la que no había televisión en todas las casas.
El vestido constaba de un cuello alto y manga larga de encaje, un corpiño entallado, fajín y una voluminosa falda. Además, cabe señalar que el encaje que se utilizó tenía más de cien años de antigüedad y que se utilizaron cientos de pequeñas perlas para embellecer y acentuar los patrones del mismo.
Como última curiosidad, existe un detalle invisible que seguramente no conocías: en el zapato derecho el diseñador escondió un penique irlandés de cobre por orden de la actriz, ya que ésta pensaba que le traería suerte.
Diana de Gales
El vestido de Lady Di se define con una sencilla frase: o lo adoras o lo odias. Su diseño recuerda más a modelos antiguos de la época victoriana que a la moda de los años ochenta. El vestido elaborado en seda de color marfil y encaje antiguo, se caracterizaba por ser muy recargado, debido a sus mangas abullonadas, su escote con volantes, un bordado con que se estima estaba decorado con diez mil perlas, y una cola de ocho metros. Esta suntuosidad dio lugar a una situación muy curiosa, debido a que el vestido apenas cabía en el coche que llevaría a la princesa a la catedral de San Pablo. Esto hizo que se produjeran arrugas en el vestido que son claramente visibles en algunas fotos.
Sin embargo, la grandiosidad de este vestido no se corresponde con su precio, ya que este apenas rondaría los 7.000 euros, una cifra muy inferior a lo que las celebridades acostumbran a pagar.
Letizia Ortiz
Al final de su dilatada carrera, en la que se labró una destacada fama y una gran reputación a nivel nacional e internacional, Manuel Pertegaz fue el encargado de diseñar un vestido por el que siempre se le recordará.
La reina Letizia se ha convertido en un ejemplo de clase y elegancia, ya sea con modelos de marcas de prestigio o con otras más asequibles para el gran público. Sin embargo, pocos dudarán que el vestido que llevó en su enlace con Felipe de Borbón es (y disculpadme por el juego de palabras) la joya de la corona.
Este vestido en blanco roto fue descrito por muchos como sencillo, si bien alcanzar esta sencillez fue tremendamente complicado durante el proceso de su elaboración, ya que estaba ideado como un puzzle en el que cada pieza tenía que encajar con el resto. Se caracteriza por un corte continuado desde los hombros hasta el suelo, con una parte superior ceñida al cuerpo, manga larga, escote de pico y un muy característico cuello corola. En la falda, destaca principalmente el bordado con motivos heráldicos.
Kate Middleton
Para cerrar el círculo, hemos elegido el vestido de Kate Middleton, ahora Catalina de Cambridge, no solamente porque es uno de nuestros favoritos, debido a su combinación de sencillez, elegancia y belleza, sino también porque, desde nuestro punto de vista, se inspira en gran medida en el de Grace Kelly. Sus elementos más representativos son el cuerpo de encaje de manga larga con escote de corazón y el corpiño entallado, del que nace una falda con bastante volumen.
Más allá del vestido, cabe destacar un detalle poco visto en el resto de novias de nuestra lista: Kate se decidió un por un peinado bastante natural, con un semirrecogido que le daba a su estilo un toque desenfadado y moderno.
Jesús Lozano Fernandez (Katoni ApS)